Estreno otra sección en el blog, en la que compartire con vosotr@s las frases y conversaciones que más me han divertido, enamorado o emocionado de los libros que voy leyendo.
Empiezo con El mar de la tranquilidad de Katja Millay, publicada en España por Plataforma Neo. Con ver la foto comprenderéis que este libro me ha transmitido muchas emociones, y es que es precioso, duro, emotivo.
En realidad,
morir no está tan mal cuando ya lo has hecho una vez.
Y yo lo he
hecho.
Ya no tengo
miedo de la muerte.
Tengo miedo de
todo lo demás.
(Nastya)
Mientras el
director examina los papeles, mis ojos caen
en un afilador
de lápices de mano hecho de metal, de la vieja
escuela. Me
resulta extraño. (...) En lugar de ello, me concentro
en el anillo
de agujeros ajustables para los lápices, y me pregunto
ociosamente si
el meñique me cabría en alguno de ellos. Estoy pensando
cuánto me
dolería afilármelo y cuánta sangre podría haber, cuando noto
que el tono
del señor Armour cambia.
(Nastya)
Vivo en un mundo sin magia ni
milagros. Un lugar donde
no hay clarividentes ni cambiaformas,
ni ángeles, ni chicos
sobrehumanos que te salven. Un lugar
donde la gente muere,
y la música se desintegra, y las cosas
son un asco. Estoy
tan aplastada contra la tierra por el
peso de la realidad que
algunos días me pregunto cómo sigo
siendo capaz de levantar
los pies para caminar.
(Nastya)
Me siento como
si estuviera esperando. Esperando algo que
todavía no ha
sucedido. Algo que todavía no existe. Pero eso
es todo lo que
siento, y nada más. No sé si yo existo siquiera.
Y entonces
alguien pulsa un interruptor y la luz desaparece,
la habitación desaparece,
la sensación de ingravidez desaparece.
Quiero pedir
que esperen, porque todavía no he terminado,
pero no tengo
oportunidad de hacerlo. No tiran de mí amablemente.
No me
persuaden. No me dan elección. Me arrastran. Me arrancan
de ahí, como
si tiraran de mi cabeza hacia atrás de golpe. Estoy en
la oscuridad,
y todo es dolor. Hay demasiadas sensaciones al mismo
tiempo. Todas
mis terminaciones nerviosas están ardiendo. Como la
conmoción de
nacer. Y entonces, hay destellos de todo. Colores,
voces,
máquinas, palabras duras. El dolor no aparece en destellos.
El dolor es
constante, continuo, infinito. Es lo único que conozco.
No quiero
estar despierta nunca más.
(Nastya)
-Buenos días, Sol.
(Josh)
La voz de mi
madre. Es lo primero que recuerdo después de
abrir los
ojos.
"Mi niña
preciosa. Has regresado a nosotros."
Pero se
equivocaba.
(Nastya)
Debería contarlo. Sé que debería. Pero
es mío. No quiero
que tenga la oportunidad de escapar.
Quiero que pague,
y quiero ser yo quien decida cómo.
(Nastya)
Odio mi mano
izquierda. Odio mirarla. Odio cuando se
estremece y
tiembla y me recuerda que mi identidad ha
desaparecido.
Pero la miro de todos modos, porque también me
recuerda que
voy a encontrar al chico que me lo arrebató
todo. Voy a
matar al chico que me mató, y cuando lo haga,
voy a hacerlo
con mi mano izquierda.
(Nastya)
En este momento sé lo que me ha dado,
y no es una silla.
Es una invitación, una bienvenida, el
conocimiento de que
soy aceptada aquí. No me ha dado un
lugar donde sentarme.
Me ha dado un lugar donde encajo.
(Nastya)
Me impresiona
el miedo que tiene la gente a lo que pueda
pasar en la
oscuridad, pero no piensan dos veces en su
seguridad
durante el día, como si el sol proporcionara alguna
clase de
protección definitiva de todos los males del mundo.
No lo hace. Lo
único que hace es susurrarte, arrullarte con
su calidez
antes de tirarte contra la tierra de cara. La luz del
día no te
protege de nada. Las cosas malas suceden todo el
tiempo, no
esperan hasta después de lacena.
(Nastya)
-Me gusta el helado, pero tú nunca tienes.
Suceden cosas
malas cuando paso mucho tiempo sin
helado -dice, y suena
ligeramente más calmada.
-¿Estás segura de que tienes
suficiente?
-Que te jodan.
-A lo mejor deberías abrir ahora una
de esas tarrinas -sugiero.
(Josh y Nastya)
-No. Pero
sabía que ibas a aparecer antes o después, y mi
garaje estaría
cerrado, y tú te sentirías abandonada, y entonces
yo
me sentiría culpable, y odio sentirme culpable. Así que
era
más fácil esperarte.
(Josh)
Por supuesto, si creyera los libros al
pie de la letra, también
tendría que creer que todos los chicos
adolescentes van
por ahí llamando "nena" a
las chicas, porque al parecer ese es
el tren expreso hacia el romance. Ha
sido un gilipollas hace
un minuto, pero entonces te llama
"nena" y todo ha terminado.
Se activan el embelesamiento
incontrolable y la renuncia
a toda clase de amor propio.
"Ooooh, me ha llamado "nena".
¡Tengo las bragas mojadas y lo
amo!" ¿Los chicos de verdad
realmente llaman "nena" a
las chicas? No tengo experiencia
suficiente como para saberlo. Lo que
sí sé es que si alguna vez
algún chico me llamara
"nena", probablemente me reiría en su
cara. O lo ahogaría.
(Nastya)
He tenido que
salir corriendo... si sabes a lo que me refiero.
No podía
confiar en mí misma sabiendo que estabas mojado y
desnudo en la
habitación de al lado. No quería tentar al destino.
Nos vemos
mañana.
P.D.: He
doblado tu ropa interior. No te preocupes. No he tocado
tus
calzoncillos.
(Nastya)
Así que me siento. Él está sobre el
respaldo, y yo sobre el
asiento. No nos tocamos. No hablamos.
Ni siquiera estamos
a la misma altura. Y hoy, por primera
vez desde que llegué a
este instituto, el patio no es ni de
cerca tan horrible después
de todo.
(Nastya)
-Le mentí
-respondo, a pesar de que ahora estoy mintiendo-.
Le dije que
eras mía. -No responde, así que continúo hablando-.
Lo siento. No
quería actuar como si fueras una figurita
de acción o
algo así.
(Josh)
-Solo para que lo sepas -dice, y su
sonrisa se desvanece
mientras sus ojos se clavan en los míos-.
No mentiste.
(Nastya)
-Sabes que lo
pensaba de verdad. Soy humano. Y un tío.
Y no estoy ni
remotamente ciego. ¿Quieres que lo diga otra
vez? Eres
distrayentemente guapa, incluso aunque esa no sea
una palabra de
verdad. Eres tan guapa que acosé a Clay Whiteaker
para que me
hiciera un dibujo de ti para poder mirarte
cuando no
estés. Eres tan guapa que uno de estos días voy
a perder un
dedo en el garaje, porque no puedo concentrarme
teniéndote tan
cerca. Eres tan guapa que me gustaría que
no lo fueras
para no tener ganas de pegar a cada chico del
instituto que
te mira, especialmente mi mejor amigo. -Me
detengo para
recuperar el aliento-. ¿Más? Puedo continuar.
(Josh)
Entonces se mueve ligeramente, y ya no
estoy besándolo.
Es él quien me besa a mí. Y cuando lo
hace, pierdo una
parte de mí. Pero es la parte que está
retorcida, mutilada y
trastornada, y durante tan solo ese
momento, con sus manos
en mi pelo y sus labios sobre mi boca,
puedo fingir que
nunca ha existido.
(Nastya)
-Y las tías
siempre quieren cambiar las reglas en mitad
del juego. No
puedes cambiar las reglas y pensar que todos
los demás
simplemente van a seguir jugando. Sé cómo huele
su pelo, pero
no puedo acercarme lo suficiente como para
hundir la cara
en él. Sé lo suave que es su piel en cada parte
de su cuerpo,
pero no puedo tocarla. Sé a qué sabe, pero no
puedo besarla.
Ya no lo tengo permitido. Así que, ¿por qué
debería
torturarle estando junto a ella, solo par poder decir
que todavía
somos amigos?
(Drew)
-¡Dímelo! Eres tú la que vino aquí y
se metió en cada
parte de mi vida, y después esperaste
hasta que cada uno de
los hilos de mi existencia estuvieran
atados a tu alrededor,
y entonces te marcharse. ¿Por qué? ¿De
qué iba todo esto?
¿Era una broma? ¿Estabas aburrida?
¿Pensabas que sería
divertido joderme?
(Josh)
Todo es un
infierno ahora, y me lo merezco, pero puedo
soportar el
dolor si es un dolor que yo misma he escogido.
(Nastya)
-Supongo que estamos solos -dice, y se
gira para echar
el cerrojo-. ¿Sabes? Este es como el
cuarto lavabo donde te
busco. Empezaba a temer por mi
seguridad.
-¿En serio, Drew? -susurro, y apenas
resulta audible, porque
no me importa que haya echado el
cerrojo y no haya nadie
cerca.
-Te echo de menos -dice, como si fuera
una excusa válida.
-Sobrevivirás.
-Tú también me echas de menos.
Admítelo, Nastypants.
(Drew y Nastya)
No sé durante
cuánto tiempo nos quedamos sentados en la
camioneta de
Josh, con las manos entrelazadas, rodeados de
oscuridad y
remordimientos sin pronunciar. Pero es el tiempo
suficiente
como para saber que no hay historias ni secretos
en el mundo a
los que merezca la pena aferrarse más que a
su mano.
(Nastya)
Sigue de pie, pero no lo está. Todo su
peso está sobre mí.
Todo él. El peso de su cuerpo, sus
secretos, sus lágrimas, su
dolor, su remordimiento y su pérdida,
y me siento como si
yo también fuera a hacerme pedazos,
porque es demasiado.
(Josh)
Si nada de
esto hubiera pasado jamás, ella seguiría estando
aquí, en
Brighton, que es su lugar, esa chica hermosa,
talentosa e
inalcanzable. Y soy un cabrón, porque ahora sé la
verdad acerca
de ella, pero no sé cómo lamentarlo. Porque
lamentarlo
significaría lamentarme de haberla conocido, y
no puedo
obligarme a hacer eso.
(Josh)
Una parte de nosotros siempre ha
sabido que estábamos
juntos porque estábamos dañados.
Teníamos un lazo por esas
experiencias vitales que ninguno de
los dos quiso jamás. Y a
lo mejor, cuando ella ya no esté tan
dañada, yo no seré suficiente
para ella. Tal vez querrá alguien cuya
vida no sea tan
trágica como la suya. Y ese alguien no
seré yo.
(Josh)
Nunca me di
cuenta de que el dolor y la autocompasión no
eran lo mismo.
Pensaba que era dolor lo que sentía todo este
tiempo que he
estado sintiendo lástima por mí misma, pero
no lo era. Así
que, por primera vez en casi tres años, me
permito sentir
dolor.
(Nastya)
-Sí -digo, y es como si estuviera
diciendo un millar de
síes. Sí, he regresado. Sí, te quiero.
Sí, quiero que me quieras.
Sí, voy a estar bien. Quizás no hoy,
ni mañana, ni la semana
que viene. Pero sí, algún día me
despertaré y estaré
bien. Sí.