¡Buenas tardes! Acabamos la semana un especial Slam (poemas) del libro Amor en verso de Colleen Hoover publicada por Planeta.
Lo llamo especial porque para no hacer la entrada demasiado larga solo voy a poner los poemas que me han gustado (aunque a decir verdad creo que están casi todo jaja). Más adelante haré otra entrada con mis frases favoritas.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido de mi corazón.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido de tu corazón.
Era el 1 de octubre. Llevaba puesto mi jersey
azul, el que me compré en Dillard’s, ¿te acuerdas?
El del dobladillo en punto doble,
con agujeros en las bocamangas
por los que podía asomar los pulgares
cuando hacía frío pero no me apetecía ponerme guantes.
Era el mismo jersey que, según tú, hacía que mis ojos
parecieran reflejos de las estrellas en el océano.
Aquella noche me prometiste amor eterno...
y, ¡tío!,
¡cómo lo has cumplido!
Después llegó el 1 de diciembre. Llevaba
puesto mi jersey azul, el que me compré
en Dillard’s, ¿te acuerdas? El del dobladillo en punto doble, con
agujeros en las bocamangas por los que podía asomar
los pulgares cuando hacía frío pero no me apetecía
ponerme guantes. Era el mismo jersey que, según tú, hacía que
mis ojos parecieran reflejos de las estrellas en el océano.
Te dije que llevaba tres semanas de retraso.
Me dijiste que era el destino.
Aquella noche me prometiste amor eterno...
y, ¡tío!,
¡cómo lo has cumplido!
Era el 1 de mayo. Llevaba puesto mi jersey
azul, aunque entonces el dobladillo de punto doble
estaba gastado y ponía a prueba la resistencia
de las hebras, bien tensas contra mi vientre abultado.
Te acuerdas, ¿no? El que me compré en Dillard’s.
El que tiene agujeros en las bocamangas por los que
podía asomar los pulgares cuando hacía frío pero no
me apetecía ponerme guantes. Era el mismo jersey que,
según tú, hacía que mis ojos parecieran reflejos
de las estrellas en el océano.
El MISMO jersey que me ARRANCASTE del cuerpo
cuando me arrojaste al suelo y
me llamaste puta
y me dijiste
que no me querías
más.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido
de mi corazón.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido
de tu corazón.
¿Lo oyes? Claro que no. Es el
silencio de mi vientre,
¡porque tú
ME
ARRANCASTE
EL
JERSEY!
~ Chica en el Slam del club N9NE
La muerte, lo único inevitable en la vida.
A nadie le gusta hablar de la muerte, porque
se entristece.
No quieren imaginar cómo continuará la vida
sin ellos,
todos sus seres queridos se apenarán
por un tiempo, pero seguirán respirando.
No quieren imaginar que la vida seguirá adelante
sin ellos,
que sus hijos seguirán creciendo,
se casarán,
envejecerán...
No quieren imaginar que la vida seguirá
adelante sin ellos,
que se venderán sus bienes materiales
y se pondrá fin a sus historias clínicas.
Su nombre se convertirá en un recuerdo
para todos sus conocidos.
No quieren imaginar que la vida seguirá adelante
sin ellos, de modo que, en lugar de aceptarlo sin ambages,
soslayan el tema por completo,
esperando y rogando que, de alguna manera...
pase de largo.
Que se olvide de ellos
y pase al siguiente de la fila.
No, no querían imaginar que la vida seguiría
adelante...
sin ellos.
Pero la muerte
no
lo olvidó,
sino que se dieron de bruces con la muerte,
que adoptó la forma de un camión de dieciocho ruedas
tras una nube de niebla.
No.
La muerte no se olvidó de ellos.
Si al menos hubieran estado preparados, aceptado lo
inevitable, trazado planes y comprendido que
lo que estaba en juego no eran sólo sus vidas...
Es posible que, legalmente, me consideraran adulto a los
diecinueve años, pero aún sentía
del todo
que apenas tenía diecinueve.
Desprevenido
y abrumado
por tener de pronto
a mi cargo
toda la vida de una personita de siete años.
La muerte, lo único inevitable en la vida.
~ Will en el Slam del club N9NE
Las esperanzas, las evaluaciones y las evasiones internas
se me escapan volando como charcos de sangre de una herida,
un feto salido del vientre de un cadáver en una tumba,
mustio y desparramado como unas sábanas rojas en la cama
de una habitación inmaculada.
No puedo respirar,
no puedo ganar.
Desde esta posición indeleble en la que me encuentro,
controla la única parte de mi alma desventurada
que puede valerse por sí misma en este agujero ahuecado
que he excavado desde dentro, como un prisionero en
una celda sin llave, sentado en los abismos más profundos,
sin preocuparse por no estar en un lugar sofocante.
Podría abrir la puerta, porque no necesita
ninguna llave,
pero, una vez más,
¿para qué iba a hacerlo?
La circunlocución es su revolución.
~ Will en clase
Un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos.
Ésa es, aproximadamente, la cantidad de minutos que llevo queriéndote,
la cantidad de minutos que he pensado en ti,
la cantidad de minutos que me he preocupado por ti,
la cantidad de minutos que he dado gracias a Dios por ti,
la cantidad de minutos que he dado gracias a todos los dioses
del universo por ti.
Un millón,
cincuenta y un mil
doscientos
minutos...
Un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos.
Ésa es la cantidad de veces que me has hecho sonreír,
la cantidad de veces que me has hecho soñar,
la cantidad de veces que me has hecho creer,
la cantidad de veces que me has hecho descubrir,
la cantidad de veces que me has hecho adorar,
la cantidad de veces que me has hecho valorar
mi vida.
Y exactamente dentro de un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos te voy a proponer matrimonio
y te voy a pedir que compartas conmigo todos los minutos
que te quedan de vida.
~ Gavin en clase
Según el diccionario de sinónimos...,
y según yo misma...,
hay más de treinta formas distintas
de poner verde
a alguien:
Burro, estúpido, cruel, cabrón, descortés, duro, malvado,
odioso, desalmado, vicioso, despiadado, implacable,
despótico, malévolo, execrable, bastardo,
bárbaro, resentido, bruto, insensible, degenerado,
salvaje, depravado, avieso, fiero, rudo, inconmovible,
rencoroso, pernicioso, inhumano, monstruoso,
sanguinario, inexorable
y, la que más me gusta a mí, ¡gilipollas!
~ Layken en clase
Me llamo Olivia King
y tengo cinco años.
Mi madre me compró un globo. Recuerdo el día
que entró por la puerta con él. La cinta
rizada de color rosado intenso le bajaba por el brazo y se le enrollaba
en torno a la muñeca. Me sonreía mientras se desataba
la cinta y me la ataba alrededor de la mano.
«Toma, Livie. Te he comprado esto.»
Me llamaba Livie.
Yo estaba tan contenta. Jamás había tenido un globo. Vamos,
que siempre veía globos atados en torno a las muñecas de otros
niños en el aparcamiento de Walmart, pero jamás había
soñado que tendría uno que fuera mío.
Mi propio globo rosado.
¡Estaba tan entusiasmada, tan eufórica, tan contenta! ¡No podía
creer que mi madre me hubiera comprado algo! ¡Nunca
me había comprado nada hasta entonces! Jugué con él durante horas.
Estaba lleno de helio y bailaba y se balanceaba y
flotaba mientras yo lo arrastraba conmigo de una habitación a otra,
pensando en lugares adonde llevarlo. Pensando en lugares
en los que el globo nunca hubiese estado. Lo llevé al
cuarto de baño, al armario, al lavadero, a la cocina,
a la sala de estar. ¡Quería que mi nuevo mejor amigo viese
todo lo que yo veía! ¡Lo llevé al dormitorio de mi madre!
¿El dormitorio
de mi madre?
¿Donde se suponía que yo no entraba?
Con mi globo
rosado...
Me tapé las orejas cuando ella me gritó, mientras se borraba
la evidencia de la nariz. ¡Me pegó una bofetada y
me recordó lo mala que yo era! ¡Lo mal
que me portaba! ¡Que nunca hacía caso! Me empujó
al pasillo y dio un portazo y mi globo
rosado quedó dentro, con ella. ¡Quería que me lo devolviera!
Era mi mejor amigo. ¡No el suyo! La cinta rosada seguía
enroscada en torno a mi muñeca, de modo que tiré y tiré tratando
de alejar a mi nuevo mejor amigo de ella.
Y
entonces
estalló.
Me llamo Eddie
y tengo diecisiete años.
Mi cumpleaños es la semana que viene. ¡Cumpliré dieciocho! Mi
padre de acogida me comprará las botas que quiero.
Seguro que mis amigos me invitan a salir a cenar. Mi
novio me comprará un regalo y puede que hasta me lleve
al cine. Incluso es posible que reciba una tarjetita chula de la
asistente social que se encarga de mi acogida,
en la que me desee un feliz cumpleaños y me informe de que
por mi edad he quedado fuera del sistema.
Me lo pasaré bien. Sé que así será.
Pero hay una cosa de la que
estoy segura.
¡No quiero que me regalen ningún
globo rosado de mierda!
~ Eddie en el Slam del club N9NE
Antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Sus arrecifes de coral, sus cabrillas, el bramido de sus olas,
las rocas que lame, sus leyendas de piratas y sus colas de sirena,
los tesoros perdidos y los que conserva...
Y TODOS
los peces
de la mar.
Pues sí, antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Que me arrulle hasta que me duerma, tumbado en mi cama,
y después me despierte con una fuerza
que no he tardado en temer.
Por sus fábulas, sus mentiras y sus ojos engañosos,
la vaciaría hasta dejarla seca
si de verdad me lo propusiera.
Antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Sus arrecifes de coral, sus cabrillas, el bramido de sus olas,
las rocas que lame, sus leyendas de piratas y sus colas de sirena,
los tesoros perdidos y los que conserva...
Y TODOS
los peces
de la mar.
Pues bien, si alguna vez has tratado de surcar en un velero
sus procelosas aguas, te habrás dado cuenta de que
sus cabrillas son tus enemigas. ¿Alguna vez has tratado de
nadar hacia la orilla con la pierna acalambrada,
cuando acabas de zamparte un opíparo banquete de hamburguesas
que te lastra y sus olas bramantes te
están dejando sin aire y te llenan los pulmones de
agua mientras agitas los brazos, tratando de llamar la
atención, pero tus amigos
se limitan
a saludarte
con la mano?
Y si has crecido con la cabeza llena de sueños
sobre la vida y pensando que un día de éstos serías pirata
con tu propio barco y tu propia tripulación y que todas
las sirenas
sólo
te querrían
a ti...
Entonces, te habrás dado cuenta
—como al final me ha ocurrido a mí —
de que todo lo bueno que tiene
y todo lo hermoso
no es real,
sino falso.
Así pues, quédate con tu mar
y a mí déjame a Lake.
~ Will en el Slam del club N9NE
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido de mi corazón.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido de tu corazón.
Era el 1 de octubre. Llevaba puesto mi jersey
azul, el que me compré en Dillard’s, ¿te acuerdas?
El del dobladillo en punto doble,
con agujeros en las bocamangas
por los que podía asomar los pulgares
cuando hacía frío pero no me apetecía ponerme guantes.
Era el mismo jersey que, según tú, hacía que mis ojos
parecieran reflejos de las estrellas en el océano.
Aquella noche me prometiste amor eterno...
y, ¡tío!,
¡cómo lo has cumplido!
Después llegó el 1 de diciembre. Llevaba
puesto mi jersey azul, el que me compré
en Dillard’s, ¿te acuerdas? El del dobladillo en punto doble, con
agujeros en las bocamangas por los que podía asomar
los pulgares cuando hacía frío pero no me apetecía
ponerme guantes. Era el mismo jersey que, según tú, hacía que
mis ojos parecieran reflejos de las estrellas en el océano.
Te dije que llevaba tres semanas de retraso.
Me dijiste que era el destino.
Aquella noche me prometiste amor eterno...
y, ¡tío!,
¡cómo lo has cumplido!
Era el 1 de mayo. Llevaba puesto mi jersey
azul, aunque entonces el dobladillo de punto doble
estaba gastado y ponía a prueba la resistencia
de las hebras, bien tensas contra mi vientre abultado.
Te acuerdas, ¿no? El que me compré en Dillard’s.
El que tiene agujeros en las bocamangas por los que
podía asomar los pulgares cuando hacía frío pero no
me apetecía ponerme guantes. Era el mismo jersey que,
según tú, hacía que mis ojos parecieran reflejos
de las estrellas en el océano.
El MISMO jersey que me ARRANCASTE del cuerpo
cuando me arrojaste al suelo y
me llamaste puta
y me dijiste
que no me querías
más.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido
de mi corazón.
Pum, pum,
pum, pum,
pum, pum.
¿Lo oyes?
Es el latido
de tu corazón.
¿Lo oyes? Claro que no. Es el
silencio de mi vientre,
¡porque tú
ME
ARRANCASTE
EL
JERSEY!
~ Chica en el Slam del club N9NE
La muerte, lo único inevitable en la vida.
A nadie le gusta hablar de la muerte, porque
se entristece.
No quieren imaginar cómo continuará la vida
sin ellos,
todos sus seres queridos se apenarán
por un tiempo, pero seguirán respirando.
No quieren imaginar que la vida seguirá adelante
sin ellos,
que sus hijos seguirán creciendo,
se casarán,
envejecerán...
No quieren imaginar que la vida seguirá
adelante sin ellos,
que se venderán sus bienes materiales
y se pondrá fin a sus historias clínicas.
Su nombre se convertirá en un recuerdo
para todos sus conocidos.
No quieren imaginar que la vida seguirá adelante
sin ellos, de modo que, en lugar de aceptarlo sin ambages,
soslayan el tema por completo,
esperando y rogando que, de alguna manera...
pase de largo.
Que se olvide de ellos
y pase al siguiente de la fila.
No, no querían imaginar que la vida seguiría
adelante...
sin ellos.
Pero la muerte
no
lo olvidó,
sino que se dieron de bruces con la muerte,
que adoptó la forma de un camión de dieciocho ruedas
tras una nube de niebla.
No.
La muerte no se olvidó de ellos.
Si al menos hubieran estado preparados, aceptado lo
inevitable, trazado planes y comprendido que
lo que estaba en juego no eran sólo sus vidas...
Es posible que, legalmente, me consideraran adulto a los
diecinueve años, pero aún sentía
del todo
que apenas tenía diecinueve.
Desprevenido
y abrumado
por tener de pronto
a mi cargo
toda la vida de una personita de siete años.
La muerte, lo único inevitable en la vida.
~ Will en el Slam del club N9NE
Las esperanzas, las evaluaciones y las evasiones internas
se me escapan volando como charcos de sangre de una herida,
un feto salido del vientre de un cadáver en una tumba,
mustio y desparramado como unas sábanas rojas en la cama
de una habitación inmaculada.
No puedo respirar,
no puedo ganar.
Desde esta posición indeleble en la que me encuentro,
controla la única parte de mi alma desventurada
que puede valerse por sí misma en este agujero ahuecado
que he excavado desde dentro, como un prisionero en
una celda sin llave, sentado en los abismos más profundos,
sin preocuparse por no estar en un lugar sofocante.
Podría abrir la puerta, porque no necesita
ninguna llave,
pero, una vez más,
¿para qué iba a hacerlo?
La circunlocución es su revolución.
~ Will en clase
Un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos.
Ésa es, aproximadamente, la cantidad de minutos que llevo queriéndote,
la cantidad de minutos que he pensado en ti,
la cantidad de minutos que me he preocupado por ti,
la cantidad de minutos que he dado gracias a Dios por ti,
la cantidad de minutos que he dado gracias a todos los dioses
del universo por ti.
Un millón,
cincuenta y un mil
doscientos
minutos...
Un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos.
Ésa es la cantidad de veces que me has hecho sonreír,
la cantidad de veces que me has hecho soñar,
la cantidad de veces que me has hecho creer,
la cantidad de veces que me has hecho descubrir,
la cantidad de veces que me has hecho adorar,
la cantidad de veces que me has hecho valorar
mi vida.
Y exactamente dentro de un millón, cincuenta y un mil
doscientos minutos te voy a proponer matrimonio
y te voy a pedir que compartas conmigo todos los minutos
que te quedan de vida.
~ Gavin en clase
Según el diccionario de sinónimos...,
y según yo misma...,
hay más de treinta formas distintas
de poner verde
a alguien:
Burro, estúpido, cruel, cabrón, descortés, duro, malvado,
odioso, desalmado, vicioso, despiadado, implacable,
despótico, malévolo, execrable, bastardo,
bárbaro, resentido, bruto, insensible, degenerado,
salvaje, depravado, avieso, fiero, rudo, inconmovible,
rencoroso, pernicioso, inhumano, monstruoso,
sanguinario, inexorable
y, la que más me gusta a mí, ¡gilipollas!
~ Layken en clase
Me llamo Olivia King
y tengo cinco años.
Mi madre me compró un globo. Recuerdo el día
que entró por la puerta con él. La cinta
rizada de color rosado intenso le bajaba por el brazo y se le enrollaba
en torno a la muñeca. Me sonreía mientras se desataba
la cinta y me la ataba alrededor de la mano.
«Toma, Livie. Te he comprado esto.»
Me llamaba Livie.
Yo estaba tan contenta. Jamás había tenido un globo. Vamos,
que siempre veía globos atados en torno a las muñecas de otros
niños en el aparcamiento de Walmart, pero jamás había
soñado que tendría uno que fuera mío.
Mi propio globo rosado.
¡Estaba tan entusiasmada, tan eufórica, tan contenta! ¡No podía
creer que mi madre me hubiera comprado algo! ¡Nunca
me había comprado nada hasta entonces! Jugué con él durante horas.
Estaba lleno de helio y bailaba y se balanceaba y
flotaba mientras yo lo arrastraba conmigo de una habitación a otra,
pensando en lugares adonde llevarlo. Pensando en lugares
en los que el globo nunca hubiese estado. Lo llevé al
cuarto de baño, al armario, al lavadero, a la cocina,
a la sala de estar. ¡Quería que mi nuevo mejor amigo viese
todo lo que yo veía! ¡Lo llevé al dormitorio de mi madre!
¿El dormitorio
de mi madre?
¿Donde se suponía que yo no entraba?
Con mi globo
rosado...
Me tapé las orejas cuando ella me gritó, mientras se borraba
la evidencia de la nariz. ¡Me pegó una bofetada y
me recordó lo mala que yo era! ¡Lo mal
que me portaba! ¡Que nunca hacía caso! Me empujó
al pasillo y dio un portazo y mi globo
rosado quedó dentro, con ella. ¡Quería que me lo devolviera!
Era mi mejor amigo. ¡No el suyo! La cinta rosada seguía
enroscada en torno a mi muñeca, de modo que tiré y tiré tratando
de alejar a mi nuevo mejor amigo de ella.
Y
entonces
estalló.
Me llamo Eddie
y tengo diecisiete años.
Mi cumpleaños es la semana que viene. ¡Cumpliré dieciocho! Mi
padre de acogida me comprará las botas que quiero.
Seguro que mis amigos me invitan a salir a cenar. Mi
novio me comprará un regalo y puede que hasta me lleve
al cine. Incluso es posible que reciba una tarjetita chula de la
asistente social que se encarga de mi acogida,
en la que me desee un feliz cumpleaños y me informe de que
por mi edad he quedado fuera del sistema.
Me lo pasaré bien. Sé que así será.
Pero hay una cosa de la que
estoy segura.
¡No quiero que me regalen ningún
globo rosado de mierda!
~ Eddie en el Slam del club N9NE
Antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Sus arrecifes de coral, sus cabrillas, el bramido de sus olas,
las rocas que lame, sus leyendas de piratas y sus colas de sirena,
los tesoros perdidos y los que conserva...
Y TODOS
los peces
de la mar.
Pues sí, antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Que me arrulle hasta que me duerma, tumbado en mi cama,
y después me despierte con una fuerza
que no he tardado en temer.
Por sus fábulas, sus mentiras y sus ojos engañosos,
la vaciaría hasta dejarla seca
si de verdad me lo propusiera.
Antes me encantaba la mar
y todo lo relacionado con ella.
Sus arrecifes de coral, sus cabrillas, el bramido de sus olas,
las rocas que lame, sus leyendas de piratas y sus colas de sirena,
los tesoros perdidos y los que conserva...
Y TODOS
los peces
de la mar.
Pues bien, si alguna vez has tratado de surcar en un velero
sus procelosas aguas, te habrás dado cuenta de que
sus cabrillas son tus enemigas. ¿Alguna vez has tratado de
nadar hacia la orilla con la pierna acalambrada,
cuando acabas de zamparte un opíparo banquete de hamburguesas
que te lastra y sus olas bramantes te
están dejando sin aire y te llenan los pulmones de
agua mientras agitas los brazos, tratando de llamar la
atención, pero tus amigos
se limitan
a saludarte
con la mano?
Y si has crecido con la cabeza llena de sueños
sobre la vida y pensando que un día de éstos serías pirata
con tu propio barco y tu propia tripulación y que todas
las sirenas
sólo
te querrían
a ti...
Entonces, te habrás dado cuenta
—como al final me ha ocurrido a mí —
de que todo lo bueno que tiene
y todo lo hermoso
no es real,
sino falso.
Así pues, quédate con tu mar
y a mí déjame a Lake.
~ Will en el Slam del club N9NE
¿Qué os parecen? ¿Os gusta alguno? Colleen Hoover es de mis escritoras favoritas y a pesar de que Slammed es su primera novela, me llegó al corazón en muchos momentos. Cada uno de estos poemas tiene un mensaje muy profundo :)
¡Hola!
ResponderEliminarAy... a mí me gustó muchísimo esta novela y me encanta cómo escribe la autora, pero no le vi mucho sentido a muchos de los poemas (lo siento jeje) peeeero reconozco que me encantaron los dos últimos ^^
¡Besos!
Queeeeeeeee, a mí todos me encantaron, unos me destruian por complero, los poemas hacen el libro. Sin duda una de las partes más escenciales de esta historia es el Slam.
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